fraudes aseguradoras

El fraude al seguro está penado. Pese a que se trata de un delito y de que las consecuencias de cometerlo pueden ser desastrosas, hoy en día hay muchas personas que siguen intentando defraudar al seguro para obtener un beneficio económico. Incluso hay mafias que pretenden hacer de este un trabajo.

En el año 2014 se detectaron 156.000 intentos de fraude que evitaron unas pérdidas de 586 millones de euros. En marzo del año 2015, el diario El Mundo publicaba una noticia en la que se hacía eco de que las tramas organizadas del fraude al seguro habían aumentado un 500%. En el año 2016 ya sabíamos que los fraudes que no se detectaban costaban más de 550 millones pero ¿quién paga realmente por estos delitos?

Tendemos a creer que el fraude en el seguro es algo que no nos atañe a nosotros, que es totalmente ajeno a nuestra situación con la compañía aseguradora pero esto no es correcto. De una forma u otra, el fraude termina engordando el importe de la prima que debemos pagar por estar asegurados así que es un asunto que conviene tomarse muy en serio.

¿Qué se considera un fraude exactamente y cuáles son las consecuencias?

Cuando ocultamos información a la compañía, ofrecemos información incorrecta o que es falsa, cuando fingimos un siniestro que no ha ocurrido o cuando exageramos las consecuencias de uno que sí se ha producido estamos cometiendo fraude.

Ahora bien, dependiendo del tipo de fraude que cometamos las consecuencias pueden ser más o menos graves. Lo mínimo que puede sucedernos si somos pillados intentado cometer este delito es que la compañía rescinda el contrato de la póliza de seguros.

Esto va acompañado de otras medidas como ser marcados de manera interna por la aseguradora y por todas las que trabajan en un sistema en conjunto en el que pueden intercambiar datos, lo que nos dificultará mucho obtener un seguro nuevamente. Si eres una persona honrada, esto puede ser especialmente molesto, por eso te recomendamos que tengas cuidado siempre de dar la información correcta para no caer en malentendidos.

Otras consecuencias de tratar de cometer un fraude al seguro son perder el derecho a la indemnización que se pretendía cobrar por un siniestro y ser procesados por un delito de estafa en los que nos veremos obligados a pagar una multa o incluso penas de cárcel.

Tipos de fraudes y los ‘beneficios’ que persiguen

El fenómeno de los fraudes es tan común que la inversión que realizan las distintas compañías en el campo de la prevención de este tipo de delitos es bastante notable. Hay incluso una clasificación según la tipología de fraudes:

  • Fraude ocasional. Se conoce como fraude ocasional u oportunista al que aprovecha un siniestro para declarar daños que ya se habían producido antes del mismo. Se cree que este tipo de fraudes representa un 57% del total de los cometidos y es por el que menos se cobra (menos de 600 euros).
  • Fraude premeditado es aquel que se planifica con antelación, representa un 42% del total de casos y se cobra por él una media de 4.500 euros.
  • Fraude profesional representa tan solo el 1% de los casos cometidos pero es, sin embargo, el que más preocupa a las aseguradoras porque es el más difícil de detectar y que persigue cifras mucho mayores que las vistas en los casos anteriores.

Recuerda que al final, este delito afecta a tu bolsillo así que es cosa de todos. Si crees que puedes hacer algo para evitarlo o prevenirlo, no lo dudes y actúa.